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Este 2 de junio vota por ti

Muchas candidaturas están abiertamente marcadas por el cinismo, el pragmatismo, la falta de oficio y el dinero de dudosa procedencia. Buscan proteger, comprar o controlar personas y circunstancias para sacar adelante agendas personales disfrazadas de colectivas

El exceso de exposición de ‘personalidades’ y candidatos, así como la aplicación francamente light de las leyes, nos invitan a elegir este 2 de junio representantes de una “terna” cada vez menos cercana a la gente o al bien común, y más ligada a los intereses y agendas personales.


Si bien la política siempre ha sido ‘sucia’, hoy muchas de las candidaturas están abiertamente marcadas por el cinismo, el pragmatismo, la falta de oficio y el dinero de dudosa procedencia, buscando proteger, comprar y/o controlar personas y circunstancias para crear una red de complicidades que saque adelante esas agendas personales disfrazadas de colectivas. 


No ayuda la banalidad, ignorancia o fragilidad de la escala de valores de un segmento de las nuevas generaciones de jóvenes que no cree en nada ni en nadie, y que fácilmente se deja llevar por las frivolidades. 


Por alguna ‘extraña razón’ casi se han perdido los valores humanos y a nadie parece interesarle el bien común, a menos, claro, que detrás tenga dinero suficiente para comprar la atención colectiva.  

Más allá de las quejas aisladas y sin resonancia, no vemos una verdadera participación ciudadana que trabaje en lo público. 


Todo esto nos lleva a cuestionar la calidad de nuestras representaciones públicas sin experiencia, que aparecen y se van sin resultados ni merecimientos, y sin vocación.


Los que tienen experiencia son cuestionables, aunque al menos tienen eso para darle al espacio común un sitio. Sin embargo, los demás candidatos salidos del azar parece sólo estar destinados a restar. 


Tenemos un sistema administrativo de lo público que no invita a la colaboración ciudadana, más que en la forma de leyes inservibles que no dan un papel real activo a nadie más que a las autoridades que concentran el poder, porque la misma ley, equivocadamente, así lo establece. 


No estoy generalizando. Tenemos buenos funcionarios, pero sí hago una auto crítica social para saber qué es lo que estamos haciendo mal.

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