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Crisis del proceso electoral guatemalteco en 2023

Nuestro proceso de elecciones generales es completamente descentralizado. Ha funcionado muy bien. Realmente el poder está en las juntas receptoras de votos y la labor más importante de las Juntas Departamentales y del Distrito Central.

Mientras la selección de Guatemala ganaba contra Guadalupe en la fase de grupos de la Copa de Oro, distrayendo nuestra aturdida noción del acontecer nacional, en el Parque de la Industria la Junta Electoral del Distrito Central se esforzaba por tratar de acatar una resolución de la Corte de Constitucionalidad que no tiene ni pies ni cabeza.


En el mejor de los casos, esta resolución busca la complacencia de partidos políticos inconformes, y en el peor prefiero ni pensarlo, pero resulta infantil no contemplar que la segunda vuelta convocada para el 20 de agosto se encuentra gravemente amenazada.


Hace poco más de 30 años nuestro sistema republicano de gobierno sufrió otra afrenta bastante más burda con el “serranazo” del 25 de mayo de 1993.


Afortunadamente no tuvo éxito porque no nos dejamos. Lo que puede estar ocurriendo ahora es más solapado y engañoso, vestido con trapos de legalidad, pero ocultando su verdadera intención. ¿Será por eso que nos ha costado sumarnos a una indignación colectiva? ¿Necesitamos un “golpe” burdo a lo Serrano para que reaccionemos?


En aquel entonces, voces calmantes de líderes de todos los sectores sentenciaron de forma contundente y al unísono con un fuerte NO a Jorge Serrano Elías y un incondicional SÍ a nuestra entonces joven democracia constitucional.



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